viernes, 22 de abril de 2016

¿Qué hacen las parejas felices para ser felices?


Dice George Bernard Shaw, "Del mismo modo que no tenemos derecho a consumir riqueza sin producirla, tampoco lo tenemos a consumir felicidad sin producirla". En esta cita el escritor deja relucir algo que toda pareja busca y eso es tanto reciprocidad como la necesidad de ser y hacer feliz. Qué complejas que son las relaciones de pareja. En ellas, confluyen dos mundos y se embarcan en la ardua tarea de crear el propio. Pero cabe decir que justamente es esa complejidad lo que las hace una experiencia tremendamente enriquecedora. 

No es fácil estar en pareja. La confluencia de dos mundos que negocian un espacio en común, muchas veces desde escenarios culturales, vivenciales, de crianza e incluso hormonales muy diferentes es tarea difícil. Más aún, al alero de las construcciones sobre el ser pareja que ofrece la sociedad: "es algo natural, se da"; "si realmente nos queremos, entonces todo va a funcionar"; "él es mi príncipe azul y ella, la mujer perfecta". A quien no le caen esas imposiciones externas como un peso tanto de exigencia a nuestro compañero/a y como un estándar imperioso de cumplir. ¿Cómo podemos lograr hacer de esta relación algo nuestro, prescindir del qué dirán y del cómo debiese ser?

Elliot Connie, autor de “The solution focused marriege: five simple habits that will bring out the best in your relationship” (El matrimonio enfocado en soluciones: cinco simple hábitos que sacarán lo mejor de su relación), ha reunido lo que en su experiencia como terapeuta de parejas hacen las parejas felices.

Revisemos los cinco hábitos:
1. Nuestras metas son...: A menudo cuando las personas quieren lograr algo en sus vidas, el paso más crítico es establecer una meta clara y alcanzable. Esto consiste en formular de manera explícita un plan para su futuro. Algunos planifican vacaciones o simplemente un viaje; otros planifican comprar una casa o cuántos hijos van a tener. Cada pareja define lo que ambos quieren (ojo que ambos está en negritas, concluya usted) y se van ajustando a su plan con determinación y flexibilidad ante las circunstancias.
2. Sigamos con la “luna de miel” hasta el fin: Cuando dos seres humanos se conocen y comienzan a gestar una relación de pareja, hay un encuentro consciente donde cada cuál observa con atención al otro y pone todas sus energías para comprender a esta persona que le resulta tan atractiva. Cuando la relación ya tienen sus años, esta consciencia se va perdiendo, por lo que a veces se requiere re-transformar a la pareja "de años" en aquella que hizo el trabajo de enamorarse, reviviendo en la historia los detalles de todo aquello que se hizo para llegar a un compromiso más profundo en la relación. Algunas parejas retoman salir a bailar, o el "date night", que consiste en dejar una noche a la semana, al mes, cada dos meses (lo que usted pueda) como una noche en que irrevocablemente se van a dar el tiempo de cortejarse. No necesariamente deben salir a comer, o al cine. He escuchado a muchos que prefieren quedarse en casa, acostar a los niños y prepararse un rico picoteo mientras conversan en un ambiente distendido. 
3. Hablemos y luego hablemos un poco más: En el comienzo de una relación, ambos hacen sus mejores esfuerzos por tener una comunicación efectiva. Cada cual trabaja a su máximo para comprender, así como para ser comprendido, además de comunicar de tal forma que la relación se vea fortalecida. Esto se logra mediante dos hábitos sencillo. El primero es notar, o bien, darse cuenta de qué aspectos de sí mismo, del otro, de la relación son positivos y luego traer esos aspectos a la rutina de la conversación. Se trata de evidenciar y agradecer mutuamente aquello que gusta, sirve y trae dicha a la relación. El segundo hábito es simplemente practicar, lo cual requiere de esfuerzos continuos de la pareja de búsqueda de interacciones positivas. Lo anterior apunta a poder llevar a la pareja a enfocarse a sus modos de comunicación recíproca, especialmente en aquellos aspectos que son positivos de la comunicación.
4. Igual al primer día de pololeo: En los comienzos de una relación, se seleccionan cuidadosamente las palabras y las acciones con las que se corteja al otro, lo que da como resultado la felicidad del compañero y el crecimiento y cercanía afectiva de la relación. Establecer una reconexión con la mentalidad de la fase del cortejo consiste en poder replicar el estado mental en donde ambos se miran a sí mismos con amor, se hablan con la suavidad de una primera cita y actúan con la felicidad y la emoción de los primeros encuentros. Una pareja me comentó que su compañero hasta el día de hoy le llevaba desayuno a la cama.
5. Somos un equipo: Las parejas no sólo despliegan un repertorio de conductas referentes a su amor y necesidad de cercanía emocional. También deben ponerse de acuerdo en temas relacionados con la convivencia, como el manejo del dinero, de los horarios, de las labores domésticas, de la interacción con la familia, entre otros. Todas estas temáticas para ser resueltas deben estar precedidas por una comunicación honesta y eficiente. Y esto se logra trabajando en bloque, como equipo, entendiendo que todas las personas pueden tener defectos y virtudes. Sin embargo, la ventaja de trabajar en equipo es llegar a ocupar las propias fortalezas para superar los defectos de la pareja y viceversa, superar los propios defectos mediante las fortalezas de la pareja.

Como se puede inferir, construir una relación de pareja requiere de un esfuerzo constante y de permanecer consciente sobre diversos aspectos. Es decir, nada es tan natural y espontáneo como se pinta en el imaginario social. Como decía Gabriel García Marquez en El amor en los tiempos del cólera, "el problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a construirlo todas las mañanas antes del desayuno".





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