Pero en un instante, se toma una decisión. Y en vez de abrumarse por la intensidad que se viene, decidimos tomar una actitud de "yo puedo" y lo haré de la mejor forma que pueda. Es como si antes de comenzar nuestro día, fuéramos a la base de datos de nuestra psiquis y diseñáramos un programa de funcionamiento óptimo. En ese programa, escribimos el siguiente logaritmo: hoy voy a disponer mi actitud hacia el éxito, no me voy a pedir más de lo que puedo dar, no me voy a sobre exigir, pero tampoco me voy a engañar. Ocuparé mi Browser a toda capacidad y bajaré de mi sistema operativo todos los recursos que he desarrollado en mi vida para llevar a cabo lo que me proponga.
Esta decisión ya tiene un primer gran resultado. Es pequeño, pero significativo. Primero que todo, y como arranque, logramos levantarnos de la cama con una sensación de emoción, de anticipación. Comenzamos a visualizar las diferentes tareas que nos hemos propuesto. Poco a poco el día se nos va haciendo más claro y por ende, más manejable. Ya no se siente tan pesado. Comienzan a desplegarse todas nuestras destrezas como planificadores. Hacemos una llamada por acá, escribimos un email por allá, ordenamos, gestionamos y como es de esperar recibimos respuestas.
Lo curioso resulta cuando llegan esas respuestas y como por arte de magia se van acoplando a lo que nos habíamos propuesto desde un principio. Pareciera ser que el simple hecho de decidir tomar una actitud positiva frente a nuestra cotidianidad nos predispone a tomarnos la vida desde una mayor consciencia de lo que estamos haciendo y por ende estamos más atentos a lo que nos rodea y en especial a las oportunidades que se nos van presentando, ya que a veces nuestra actitud más "depresiva" nos obnubila y no vemos aquellos caminos que están justamente al frente de nuestros ojos.
De alguna manera, días como esos nos dicen que podemos mejorar, podemos enfrentarnos a nuestras vidas desde una actitud de superación, y sobre todo de satisfacción interna. Sólo nos toma un momento crucial en el que nos damos cuenta que el cambio no sólo es posible, si no que también deseable.